El que ha sido hijo único no conoce las ventajas -y los inconvenientes- de haberse criado en una casa con tres hermanos más a los que separaban unos pocos años de diferencia. El estar siempre acompañado, el no aburrirse nunca, o el tener compañeros de juegos en tu propio dormitorio eran de las mejores cosas de tener hermanos.
Aunque no todo eran risas: el váter siempre ocupado, la poca intimidad, la ropa que heredabas de los mayores, o los libros de texto más pintados que la pared de un instituto era la parte menos buena de ser una familia numerosa.
Y aquí te mostramos 16 ejemplos de la batalla que suponía crecer rodeado de hermanos.