Una noche de 1991, los integrantes de Nirvana veían televisión en un descanso de las grabaciones finales de Nevermind. El zapping los llevó a un documental sobre partos bajo el agua, un concepto lo suficientemente fuerte para decidir allí mismo, frente a los rayos catódicos, que la portada de su inminente disco debía tener un bebé sumergido en el agua. Se lo comentaron a Robert Fisher, encargado del departamento de arte del sello Geffen, que a partir de allí comenzó a buscar imágenes del estilo. Pero ninguna convenció demasiado al grupo, de modo que solicitaron al fotógrafo Kirk Weddle que tomara él mismo una instantánea de esas características.
Para realizar la toma, Weddle pensó en Renata y Rick Elden, una pareja amiga que pocos meses atrás había tenido un hijo. Ellos aceptaron la propuesta y se dirigieron a una pileta junto a su pequeño Spencer. De aquella sesión de fotos, el grupo quedó satisfecho con una en particular. El resto es historia.
Y aquí lo podéis ver en video: